Día de la mujer trabajadora

Tiene huevos la cosa. Hoy me he vuelto a sentir trabajadora después de tanto tiempo, y no precisamente por volver a la oficina. Jordi me ha felicitado por la comida y me ha agradecido encarecidamente -al pobre se le notaba exhausto- haberle lavado la ropa que lleva y haberle prestado la poca ropa de hombre que tengo en mi casa. La verdad es que no sé porqué la guardé pero me alegro de haberle podido ofrecer a Jordi mi ayuda. Cocinar y planchar. Pensé que nunca lo echaría de menos.

Llegó hace apenas dos días. Dice que desde que comenzaron las detenciones no ha visto a nadie, que soy la primera mujer que ve en semanas. No parecía fiarse mucho de mí al principio pero poco a poco ya se ha tranquilizado. No sé porqué me preguntó si conocía a alguno Manuel o Manolo. Era una pregunta un poco absurda teniendo en cuenta que era la primera vez que nos veíamos. Después me preguntó, si por casualidad, conocía a un tal Johnny. Se ha interesado por la conexión a Internet, pero le he dicho lo que ya sabe: que solo funciona Goohoo. Se ha puesto a reír durante un buen rato. A mí me parecía muy mono, a pesar de todo. Aparenta menos edad de la que tiene: 29. Dice que dentro de dos días sería su cumpleaños, pero que si el tiempo está detenido, tiene poco sentido celebrar nada. Me ha dicho que luego me enseñará un truco, algo que tiene que ver con las pilas de la linterna, que voy a quedar alucinada. No le he dicho mi edad, esas cosas no se preguntan. Le ha gustado mi nombre: Diana. Lo ha repetido varias veces, Diana: la diosa de la caza.

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